
Siente lo que es volar
ALBERTO DE LA MORA
La escena del skate generó millones de adeptos por el mundo, pero al parecer, aunque su popularidad no ha desaparecido, una variación está ganando más y nuevos fanáticos. Esto es gracias a que presenta un estilo mas trendy y menos street que el “skato”. Justo este es el estilo alternativo que hoy en día es tendencia alrededor del mundo, y es por eso que nuevas personas que no habían entrado del todo a la tabla tradicional encuentran en la longboard un nuevo hobbie, tan intenso como cool.
Del surf nace el skate, y de este, la longboard. Pareciera una unión de sus dos predecesores en un balance entre el mar y la tierra, donde lo que se surfea es el pavimento. Con movimientos parecidos a los del surf, en conjunto con trucos básicos del skate -desde variaciones del kickflip hasta shove it’s- nos remonta al quiebre que hacemos cuando vamos terminando de subir la ola para retomar el rumbo y ganar velocidad.
En términos técnicos, una tabla convencional de longboard mide entre 70 y 200 cm de largo, y entre 22 y 28 cm de ancho. Las tablas tienen diversos cortes como pintail, flat nose, drop through, drop deck, y tablas con la misma forma del skateboard tradicional. Cada corte tiene un estilo; los pintails (cola angosta) permiten utilizar ruedas más grandes con mayor reacción y ejes más anchos, que permiten un manejo similar al del surf. Los drop decks y drop through acercan la tabla al suelo para bajar el centro de gravedad dando estabilidad, y se utilizan para bajar cuestas a grandes velocidades. A esta última modalidad se le conoce como downhill.
Las tablas de longitud media (95 a 125 cm) son las más versátiles. El mayor peso y longitud del longboard lo hacen menos apropiado para saltos y trucos derivados del skate, dando un estilo mas fluido.
Las longboard utilizan ruedas más grandes que le permiten mayor estabilidad y manejo en las irregularidades del pavimento. Todos los diseños permiten curvas amplias o derrapes controlados llamados slide, similares a los del surf y snowboard.
El equipo es similar al skate, con casco, rodilleras y coderas. Este nos ayuda a deslizarnos si caemos, protegiéndoos y logrando conservar nuestra linda piel en rodillas y codos. La única diferencia son los guantes, que tienen una base plástica similar a la de un pock de hockey con la cual podemos apoyar nuestras manos en el suelo para generar estabilidad o sacar un slide mas fresco.
Uno de los grupos que más han influenciado este deporte son los Z-Boys, un conjunto de californianos que dieron la vuelta al mundo en este deporte. En este equipo estuvieron personas como Jay Adams, Aram Tchopourian, Moisés Gómez Muñoz, Stacy Peralta, Tony Alva, “El Pully”, y “El Quique”. Los Z-Boys tenían su propio estilo al cual llamaron “Dogtown”, ya que lo que ellos hacían no era solo bajar cuestas, sino que jugaban con las calles.

Después de ver el trailer podemos intuir por qué este estilo de vida es tan influyente y deseado en la sociedad de jóvenes actual, pues ya no eres visto como un rebelde, pero sigue siendo algo que te diferencia de los demás. El estilo de vida californiano no encajaba en una sociedad dominada por generaciones como los Babyboomers, y mi antecesora, Generación X, donde no existía una industria establecida como hoy en día. Pero es importante el hecho de que nace en un entorno y contexto que los excluía, generando un estilo de vida, y no sólo deporte sin sentido -como lo era visto en los 70 y 80.
En México apenas está creciendo esta tendencia desde hace unos 8 años, pero tomé de los Z- Boys mi inspiración para creer que la irregularidad y peligro del terreno de las calles de México podrían funcionar para volver a tener este estilo salvaje y menos controlado que los longboarderos del resto del mundo. Pero a pesar de esto, la longboard y el estilo de vida Cali están volviéndose más y más comerciales. Hoy en día, en desde el Ajusco, Pedregal y Ciudad Universitaria se puede ver adeptos de todos los estilos y niveles de habilidad, que reflejan otro estilo en su apariencia al del skater mexicano tradicional.
El estado de las calles de México aptas para surfear nos remonta a Venice Beach, California en los años 70. Sin embargo, en México tenemos nuestros propios obstáculos -que para algunos son razones para jamás practicar este deporte- pero para otros fanáticos como yo, es una agregado divertido que va desde baches y coladeras puestas al aventón, hasta el mayor peligro: la falta de educación vial.
Es por eso que vamos surfeando el asfalto, como lo haríamos en Venice, dentro del mar llega ese momento cerca del muelle en los últimos metros de la ola lleno de bases que sostienen el muelle. Pero en este caso, los semáforos son nuestro muelle, creando una serie de obstáculos que se interponen en nuestro camino y es momento de surfear entre ellos, con el valor agregado los autos, en constante movimiento y con el peligro de que se te echen encima.
Es por esto que este deporte no genera tantos seguidores que quieran arriesgarse y practicar esto en una metrópoli como lo es el “DFectuoso”, donde el tiempo no es algo de lo que muchos disponen, por lo que si deciden practicarlo terminan surfeando el asfalto como parte de su vida y sus trayectos. Aún somos pocos, pero en aumento, porque la bandita se esta volviendo más "atrevidérrima".


